El valle del Indo, la cuna de la civilización

El valle del Indo, la cuna de la civilización

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Si bien parece que la tendencia actual entre los investigadores no es a considerar la civilización como la meta a alcanzar por la humanidad sino, más bien, asimilarla con el comienzo de las desigualdades sociales, es un hecho que la búsqueda del momento y el lugar en el que se produjo un cambio tan drástico en la forma de organizarse de las personas nunca va a dejarse de lado.

Más que apreciar la civilización como algo negativo, se debería redifinir el concepto: ¿qué significa ser civilizado? ¿Qué pautas son las que marcan un camino civilizador? ¿Qué avances socio-tecnológicos nos hacen ser más “civilizados” y cúales nos hacen retroceder? Es algo que no sólo puede ser estudiado y explicado desde la historia. La ética y muchas otras disciplinas humanísticas entran en juego. Lo que si parece evidente es que debemos alejarnos de la idea que se nos ha legado desde nuestra mentalidad unilateral y occidental.

Después de permitirme el lujo de esta pequeña divagación -perdonarme por ello- os presento un descubrimiento que podría suponer la redefinición del inicio de la civilización como tal (como nos la imaginamos la mayoría de nosotros).

Al carecer de fuentes escritas -la cultura del valle del Indo se considera un período prehistórico– su conocimiento nos llega exclusivamente a través de la arqueología. Se desarrolló en el noroeste del subcontinente indio, a lo largo del valle del Indo, en una tierra fértil regada por el río Indo y sus afluentes. Abarcaba un centenar de asentamientos y dos ciudades importantes: Harappa y Mohenjo-Daro. A comienzos de la década de 1920, durante las excavaciones en sendos yacimientos arqueológicos, esta civilización se consideraba casi tan antigua como la egipcia y la mesopotámica.

Calle del sitio arqueológico de Harappa
Calle del sitio arqueológico de Harappa

Los resultados preliminares de las nuevas investigaciones indican que la civilización india apareció en el VIII milenio ANE en el área del río Ghaggar-Hakra y Baluchistán, en la frontera de India y Pakistán. Según la datación radiométrica procedente de Bhirrana (Haryana), los restos culturales anteriores a la civilización de Harappa abarcan desde el año 7.380 ANE hasta el 6.201 ANE. Esto supone hacer retroceder en 2.000 años la cronología de estos yacimientos y por lo tanto situarlos por delante, en antigüedad, a sus homólogos egipcios y mesopotámicos.

Algunos de los primeros asiriólogos de principios del siglo XX, como Kramer, ya aventuraron la idea de que los sumerios procedieran de una región de clima más frío o al menos más húmedo como pudiera ser La India. Otros argumentaron que podrían proceder del Cáucaso (siempre mirando hacia el oeste). El hecho de pensar en un ambiente con temperaturas menos elevadas era porque los arqueólogos no dejaban de desenterrar figurillas del período sumerio en las que los personajes aparecen ataviados con un faldón de lana de forma acampanada, kaunakes, en griego o guenna, en sumerio nada apropiado para el clima de esa zona y que sólo cobra sentido si se tratase de una tradición que perdurase.

Se llegó a la conclusión que los sumerios no eran un pueblo autóctono de la región y que debieron llegar en una migración posterior a la cultura del El-Obeid, que si es considerada autóctona. Ello no sólo se dedujo a partir del kaunakes sino también porque la propia cultura sumeria dejo constancia en su tradición literaria de la existencia de un periodo antediluviano en la que no sólo aparecen enclaves sumerios, como Uruk, sino otros yacimientos pertenecientes (arqueológicamente hablando) a una cultura predecesora. Además, los sumerios se llamaban a sí mismos sag-giga que literalmente significa “el pueblo de cabezas negras” y todas las figuras que se han encontrado nos muestran personas de tamaño medio y pequeño, con ojos saltones y nariz prominente, rasgos que no coinciden con razas antes conocidas ni descritas por las culturas de la antigüedad pero que nos señalan directamente a los actuales habitantes del subcontinente indio.

Estatuilla sumeria vistiendo un kaunakes
Estatuilla sumeria vistiendo un kaunakes

Dado que, en el momento del descubrimiento de civilización sumeria, se desconocía la existencia de alguna otra cultura ajena al ámbito mesopotámico que se encontrara en un estadio de desarrollo similar, tan sólo pudo teorizarse sobre el tema. Uruk, la actual Warka, es el enclave sumerio primero y más antiguo que conocemos. Es un yacimiento que presenta fases de la anterior cultura del El Obeid (protosumerios) por lo que se pudo asumir que se produjo un continuismo entre ambas culturas pero ello no respondía a la cuestión de la procedencia de los sumerios.

Con la nueva cronología de los enclaves prehistóricos del valle del Indo, podemos albergar la esperanza que esta duda quede aclarada definitivamente. A falta de una verificación de estos datos, se puede ir apreciando como conforme se avanza en la investigación y se van desenterrando nuevos yacimientos, nos vamos desplazando cada vez más hacia oriente en nuestra búsqueda de la civilización. Poco a poco, nos vamos quitando el enorme peso que Roma y Grecia han ejercido sobre nosotros, eclipsando nuestras investigaciones, cronologías, concepción de lo que es cultura / civilización y, en resumen, nuestra forma de pensar.

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