Contexto histórico
Para los asiáticos, como se llamaba por aquel entonces a todas las gentes que provenían de más al este de la península del Sinaí, el Delta del Nilo con su exuberancia y sus fértiles marismas ricas en peces y aves era poco menos que el Jardín del Edén. Desde los primeros tiempos, los cananeos y otros asiáticos (hicsos) habían acudido a instalarse en los márgenes orientales del Delta del Nilo. Esta realidad histórica se encuentra descrita en el episodio bíblico de la hambruna de Canaán que forzó a la descendencia de Jacob a migrar a Egipto (Génesis 46:1-7).
Al comienzo de Reino Medio (ca. 2050 ANE) la presión migratoria al este del Delta se intensificó de tal forma que los faraones egipcios ordenaron construir una serie de fortalezas en los principales corredores que se adentraban al país desde la Península del Sinaí. Estas fortalezas se encontraban comunicadas entre sí para de ese modo repelelar a los asiáticos de un modo más eficaz. Se trataría del Camino de Horus mencionado en la historia de “Sinhué, el egipcio”.
Aún se desconoce el motivo, pero la política de los faraones egipcios hacia los asiáticos cambió radicalmente pasada una centuria. Lo más lógico sería pensar que ante la imposibilidad de parar el flujo de gente, optaron por controlarlo. Para ello, establecieron pactos y tratados con las ciudades-estado de origen, en el Levante Mediterráneo, y permitieron a grupos de población limitados establecerse en el Delta, en una colonia extranjera que fue creciendo a medida que pasaba el tiempo.
Los últimos y poderosos faraones de la dinastía XII, Amenemhet III (1853-1808 ANE) y Amenemhet IV (1808-1799 ANE) consiguieron mantener la inmigración controlada. Pero, al advenimiento de la, mucho más débil dinastía XII, la situación se descontroló y miles de personas provenientes de Siria, Líbano y Canaán fueron llegando masivamente a la región. El enclave en el que se habían ido estableciendo pronto se convirtió en una urbe muy activa: Avaris, la actual Tell el-Daba, hasta el punto de ser considerada como una pequeña ciudad-estado cananea dentro del territorio egipcio. Su importancia fue creciendo de tal forma que sería la capital desde la dónde los reyes hicsos controlaron toda la región del Delta y zonas limítrofes desde mediados del Segundo Periodo Intermedio hasta su advenimiento (1638–1530 ANE); cuando las debilitadas dinastías indígenas se tuvieron que refugiar en el Alto Egipto para conservar el escaso poder que lograron mantener durante dicho periodo.
Debemos retraernos en el tiempo y volver a la dinastía XII cuando Egipto se encontraba en la cumbre de su poder, para explicar el fenómeno que condujo a la aparición del alfabeto. Los fuertes reinados de Amenemhet III y Amenemhet IV propiciaron un clima de estabilidad general que permitió que el comercio fluyera en todas direcciones y ampliase horizontes. Desde Nubia, en el sur, hasta el Levante, al este, oro y piedras preciosas eran transportadas tanto por mar como por tierra; pasando por campañas estacionales de extracción de turquesas en las montañas del Sinaí, en el lugar del que hoy queremos hablar: Serabit el-Khadem. Un lugar de dificil acceso y desprotegido por las incursiones de los nómadas del desierto que sólo pudo proporcionar materias primas en determinados momentos de la historia egipcia, cuando se pudo controlar la región. Un ejemplo son las, al menos, 28 expediciones que se organizaron durante el reinado de Amenemhet III a la rica zona de turquesas de Serabit. La piedra preciosa de color azul era un muy apreciada como artículo de lujo en los círculos reales.
A los faldas de esa región montañosa del desierto del Sinaí se han hallado los restos de un antiguo templo egipcio dedicado a la diosa Hathor, “La Señora de la turquesa”. Fundado por Sesostris I, el segundo rey de la dinastía XII ( c. 1953-1908 ANE), el templo siguió existiendo, con algunas interrupciones, hasta el final del Imperio Nuevo. Para asegurar la bendición de los dioses durante las campañas de extracción de turquesa, el templo erigido por Sesostris I fue ampliado por Amenemhat III y Amenemhat IV. Santuarios y numerosas estelas conmemorativas con inscripciones jeroglíficas se erigieron en el camino que conduce al templo, especialmente en honor de la diosa tutelar, la diosa-vaca Hathor.
Es lógico pensar que, además de los mineros empleados en la obtención de la azulada piedra preciosa, la construcción y mantenimiento del templo y las estructuras adyacentes debieron requerir una numerosa mano de obra.
¿De dónde salieron todas las personas que trabajaron en ese lugar durante siglos? La mayoría eran probablemente del Delta. Las expediciones a Serabit reunieron altos funcionarios, escribas, sacerdotes, arquitectos, médicos, magos, encantadores de escorpión, intérpretes, líderes de caravanas, arrieros, mineros, constructores, soldados y marineros. Todo este elenco de personal dejó su impronta en el lugar en forma de inscripciones jeroglíficas erróneas que marcaron el paso de la escritura jeroglífica a la alfabética. La mayoría contienen sólo un nombre o un dibujo. Todos buscaban la bendición de los dioses por el éxito en su peligrosa empresa, así como para un viaje seguro de regreso a casa. Estos registros también nos dicen de los cientos de mineros y trabajadores de la piedra activas durante las estaciones de minería, así como aquellos que se dedican a los proyectos de construcción en el templo.
La sociedad egipcia en ese momento era relativamente tolerante, por lo que los extranjeros eran aceptados y se integraban en la sociedad egipcia rápidamente, incluso en las altas esferas del estado. Algunos altos funcionarios de Serabit dejaron inscripciones en el templo y se nos presentan como egipcios pero mencionando un origen asiático o al menos, una madre asiática. A pesar de esta ascendencia, ellos se consideraban egipcios y en algunos casos solo podemos certificar su linaje exógeno por el nombre del individuo. Sólo los asiáticos que venían de fuera de las fronteras de Egipto, eran considerados tales; los cananeos residentes en el país del Delta no son etiquetados como tales en las inscripciones conocidas.
Las listas de expediciones a Serabit también contienen los nombres de muchos “intérpretes”. La presencia de estos dragomanes es una fuerte evidencia de que alguna barrera del idioma debió de haber existido. Los cientos de burros que aparecen grabados en los muros de los templos como animales de carga probablemente fueron conducidos por caravaneros asiáticos. Eran los conocedores de las rutas que atravesaban el desierto y los más capaces y experimentados en la tarea de dirigir las caravanas de turquesa de regreso a Egipto. Además, es indudable la presencia de soldados asiáticos escoltando estas caravanas. Todo ella refleja un panorama mucho más complejo y amplio de población cananea en Serabit que la mostrada en las inscripciones que a día de hoy se han estudiado.
Una nota final: en ninguna parte de las muchas inscripciones del lugar hay una sola mención de la presencia de esclavos. Cananeos, sí; esclavos, no.
La invención del alfabeto marcó el comienzo de lo que probablemente fue la revolución del medio de transmisión de ideas, la escritura, más profunda de la historia; iniciándose así la democratización y expansión del conocimiento. Los sistemas de escritura anteriores, tanto el cuneiforme de Mesopotamia como los jeroglíficos de Egipto, requerían un conocimiento complejo y un acervo de cientos de signos. Para escribir o incluso leer dichos sistemas de escritura, requerían una preparación compleja, larga y “costosa” y aún así los escribas debían mantener en todo momento un alto grado de familiaridad con esos signos y las complejas reglas que regían su uso.
Por el contrario, un sistema de escritura alfabética utiliza menos de 30 signos, y la gente necesita sólo unas pocas reglas de lectura relativamente simples para asociar esos signos con los sonidos correspondientes. La adopción del alfabeto supuso el inicio de la democratización y generalización de la escritura, mas allá de su uso cultual, religioso o burocrático.
Cuando muchos más miembros de la sociedad pueden aprender a leer (y escribir), el acceso a la información y el conocimiento ya no es tan limitado. La escritura alfabética, finalmente, permitió a mucha gente tomar el control sobre sus vidas y a un mayor segmento de la población adoptar un papel más activo en los asuntos administrativos y culturales de sus respectivas sociedades. Por esta razón, los primeros en adoptarlo fueron las pequeñas ciudades-estado del levante mediterráneo cuyos sistemas organizativos eran mas extensivos e incipientes.
¿Cómo y cuándo se produjo el “milagro”?
Para entender cómo sucedió esto, se deben estudiar en profundidad las inscripciones más antiguas de las halladas en Serabit; para ello contamos con un escaso espectro, no más de la docena, si lo comparamos con los cientos de inscripciones en escritura jeroglífica del lugar. En la actualidad se reconocen fácilmente por sus bien diferenciados trazos pero no siempre fue así. La primera en percatarse de lo inusual de estas inscripciones fue Hilda Petrie, quien formaba parte de la expedición arqueológica a Serabit de 1905 organizada por su esposo y famoso egiptólogo, Sir William Matthew Flinders Petrie. A ella le llamaron la atención las extrañas grafías que estaban grabadas en piedras que se habían encontrado dispersas por los alrededores de las minas. Enseguida se percató que no se trataba de escritura jeroglífica.
Una vez identificada la divergencia, más y más de estas inscripciones comenzaron a descubrirse en las rocas de las entradas de las minas de turquesa e, incluso, en su interior, y en las rocas que lindaban con el camino que conduce al templo. Dentro del propio recinto del templo, sin embargo, sólo se han encontrado dos pequeñas estatuas y una esfinge con inscripciones de esta nueva y extraña escritura.
Petrie estudió estas inscripciones y observó que parecían ser una especie de imitación de los signos jeroglíficos. Sin embargo, el repertorio de signos era muy pequeño; pero ello no impidió que Petrie los identificara ingeniosamente como parte de un sistema alfabético, diferente del sistema jeroglífico egipcio. Sin embargo, no pudo leer estas extrañas inscripciones.
No fue hasta 1916, diez años más tarde de su descubrimiento, cuando Sir Alan Gardiner, el famoso egiptólogo inglés, pudo aislar un grupo de cuatro signos que se repiten con frecuencia en el conjunto de inscripciones de Serabit. Gardiner identificó el grupo de signos que se repetían como una serie de cuatro letras de una escritura alfabética que representaba una palabra en lengua cananea: b-‘-l-t, vocaliza como Baalat, “La Señora”. Gardiner propuso que Baalat era la denominación cananea para Hathor, la diosa de las minas de turquesa.
La clave para descifrar esta enigmática y novedosa escritura fue una inscripción bilingüe recogida en una pequeña esfinge encontrada en el templo principal. La ya famosa Esfinge de Serabit el-Khadim fue la piedra de Rosetta de la escritura proto-sinaítica ya que recoge dos textos paralelos que rezan lo mismo; una en jeroglíficos egipcios y otra en la recién descubierta escritura:
“El amado de Hathor, la dueña de la turquesa”.
m-‘-h-(b) B-‘-l-[t], “El amado de Baalat.”
Gardiner, como experto en gramática egipcia, no tardó en percatarse que cada pictograma se correspondía con un único valor acrofónico: la imagen no indicaba la palabra o letra que se quería transmitir sino que marcaba su sonido inicial, la forma de pronunciarlo. De ese modo, el pictograma bêt, casa, representado con las cuatro paredes de una vivienda representa sólo la letra b. Baalat se escribe como se muestra en la imagen, remarcado en azul.
Este ingenioso principio es la raíz de todos los sistemas alfabéticos conocidos. Cada signo de este sistema se corresponde con una única consonante de la lengua. (Las vocales no estaban representadas de momento; eso llegaría más adelante, y de diferentes maneras, con la propia evolución de cada sistema alfabético).
¿Fueron estas inscripciones talladas por los obreros cananeos?
Quienes desarrollaran el sistema de escritura alfabético en Serabit claramente tomaron prestados los signos jeroglíficos de las inscripciones del Imperio Medio que les rodeaban. Los pictogramas proto-sinaíticos aparecen principalmente en la zona de las minas de turquesa y los caminos que conducen a esos lugares de trabajo.
Por extraño que parezca, los inventores del alfabeto eran analfabetos, es decir, que no podían leer ni entender la escritura egipcia con sus cientos de signos jeroglíficos.
Básicamente se limitaron a tomar una pequeña selección del amplio abanico de modelos pictóricos de los jeroglíficos egipcios para usarlos de una nueva forma, reinventado su finalidad y significante. Los símbolos que tomaron prestados se encuentran escritos de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, de arriba abajo, de abajo arriba…. No se encuentran en una única dirección. Esto sugiere que los escritores cananeos no dominaban el sistema jeroglífico egipcio, ni ningún otro sistema de escritura pictográfico regido por reglas complejas. La ignorancia del significado de los jeroglíficos por parte de los cananeos queda constatada en el hecho de que, en algunos casos, cuando dos símbolos jeroglíficos eran muy similares pese a referirse a dos sonidos diferentes, usaron ambos indistintamente para representar la misma letra de su escritura. Por ejemplo, existen dos tipos de serpiente en la simbología egipcia; cada una representa dos sonidos diferentes, una el sonido “DG” (cobra común) y la otra, el “F” (víbora cornuda. Estos dos símbolos con forma de serpiente nunca son confundidos en la escritura jeroglífica; sin embargo los cananeos fallaron en distinguir que se trataba de dos símbolos diferentes y lo interpretaron como si fuera el mismo, que confluiría como la letra “N” del proto-sinaítico.
Para algunas letras, los cananeos no tomaron prestados símbolos jeroglíficos sino objetos de su propio mundo que eran importantes en su cultura. Por ejemplo, un dibujo de la palma de la mano representa “K”, kaf en cananeo; el pictograma de la palma de la mano no existe en la escritura jeroglífica.
Son la prueba de la creatividad independiente de los inventores cananeos del alfabeto y confirma que tomaron los signos jeroglíficos sin atenerse a su función o valor inicial en egipcio.
Para estos cananeos analfabetos, los significados pictóricos de las nuevas letras eran de suma importancia. El significado simbólico de los jeroglíficos (el dibujo representado en sí) fue una importante herramienta nemotécnica para los primeros “escritores” cananeos. El significado simbólico de los jeroglíficos fue tan importante que incluso hoy en día, cuando las letras hebreas han perdido toda relación icónica respecto a los viejos modelos, la mayoría de ella, conservan el significado del símbolo pictórico del que derivaron.
Por lo tanto se podría decir que el alfabeto fue inventado por los trabajadores cananeos que habitaron Serabit durante el Bronce Medio (mediados del siglo XIX ANE) probablemente durante el reinado de Amenemhat III, de la dinastía XII.
El Reino Medio en Egipto fue seguido por lo que se conoce como el período de los hicsos (dinastías XV-XVII; siglos XVII y XVI ANE). Durante parte de dicho periodo, los cananeos gobernaron Egipto. Como se señaló anteriormente, la capital de los hicsos se estableció en Avaris, actual Tell el-Daba, que ha sido excavada intensamente durante casi 40 años por el arqueólogo vienés Manfred Bietak y su equipo. Ni una sola inscripción proto-sinaítica ha sido encontrada allí. Los gobernantes cananeos de Avaris nunca adoptarían una escritura subdesarrollada, “primitiva” de clase baja para sus propios registros. En las inscripciones de los templos y palacios se presentan, naturalmente, con jeroglíficos egipcios como forma de legitimar su poder y de prestigio.
Incluso se podría ser más específico acerca de quien o quiénes fueron esos inventores del alfabeto: en algunas inscripciones han aparecido nombres propios. Las innovaciones en la escritura aparecen relacionadas en el círculo de un persona llamada Khebeded, “hermano del Gobernador de Retenu”. Retenu era como se llamaba la región comprendida entre entre Gaza y Baqaa, en el Líbano. “Soberano de Retenu” era el título de los gobernantes de esa zona del Levante en los momentos que gozaban de autonomía y poder para poder usarlo. Cuando los gobernadores asiáticos emigraron hacia el Delta oriental, parece que mantuvieron dicho título por lo que parece lógico pensar que Khebeded fuese de ascendencia cananea. En una estela encontrada en Serabit (Estela 112), Khebeded es representado montando un burro con porte orgulloso y altivo, precedido y seguido por asistentes. Ningún egipcio se habría hecho retratar montando a lomos de dicho animal. Además, en otra estela, aparece con el típico tocado cananeo en forma de “hongo”. La calidad de los jeroglíficos en los que aparece su nombre inscrito son claramente inferiores al resto por lo que no cabe pensar que fueran realizados por un escriba, al menos, de origen y con formación egipcia. Su nombre y sus representaciones aparecen repetidos en referencias que abarcarían la década. Parece probable que se tratase del encargado, del capataz de la fuerza de trabajo cananea de Serabit. Los otros nombres que aparecen relacionados con él, bien podrían ser sus familiares más allegados o el personal que trabaja junto a él.
John Darnell, quien descubrió una inscripción de dos líneas en el Wadi el-Hôl (cerca de Tebas), similar a las inscripciones proto-sinaíticas de Serabit, ha sugerido que el alfabeto tuvo que haber sido inventado dentro de las fronteras de Egipto, un lugar con “una pluralidad de contextos culturales” propicio para que se produjese tal innovación.
¿Pero no surgió, acaso, en Serabit dicha pluralidad durante el Reino Medio? Incluso pudo tratarse de algo más complejo, de un micro-cosmos en sí mismo. Los trabajadores de las minas ejecutaban jornadas de duro trabajo seguidas de sus respectivas noches en el desierto aislado. Las sucesión de largas temporadas incomunicados, el miedo, la presión del trabajo y el deseo de “eternizar la existencia” conducirían a los cananeos a tratar de escribir a sus propios dioses (Baalat y El) para establecer un diálogo directo y propio con el que dar sentido a su duro estilo de vida. Para ello idearon un lenguaje que pudieran entender y transmitir ya que el que usaban los egipcios no les servía.
El alfabeto no fue un éxito inmediato, al menos a tenor del estudio realizado en los ejemplos existentes. Una cosa es segura: no se expandió rápido ya que fue concebido en un enclave aislado, como ya hemos mencionado, cuya supervivencia y manutención dependía del contacto e intercambio caravanero. Cinco siglos después de su invención, este alfabeto aún no era utilizado más que a nivel local y para ocasiones especiales y concretas.
En esa primera fase, el alfabeto sólo fue una forma rápida y sucia de los trabajadores extranjeros de realizar garabatos en lugares desolados: las minas, el foco del horror. No fue concebido para generar y transmitir cultura… sino a algo más humano, la reducción a la forma más básica y conmovedora de comunicación: “Yo estuve aquí.” Un grito desesperado, un intento de trascender, de inmortalizar una existencia que no les estaba siendo agradable, por decirlo suavemente, debido las duras condiciones de trabajo a las que debían estar sometidos.
A medida que la escritura alfabética vagó con las caravanas en las que viajaban cananeos, que piadosamente habían conservado sus formas pictóricas durante cientos de años, la gente fue aprendiendo el nuevo sistema y las letras del alfabeto por vía oral. Por esta razón, la naturaleza pictórica de los signos era muy importante. El primer sonido del dibujo era la letra. Para recordar el alfabeto, lo único que tenía que hacer era memorizar esos dibujos.
Durante su primera etapa de formación (hasta los siglos XIII – XII ANE) la escritura alfabética continuó siendo utilizada de una manera muy restringida, principalmente para registrar los nombres de personas y divinidades. No fue utilizada para fines administrativos ni institucionales de ningún tipo; mucho menos fue empleada por las escuelas de escribas. Ningún poder “oficial” habría tenido interés en adoptar o desarrollar una escritura inventada por nómadas. Esa es, probablemente, la razón por la que las grafías de los signos difieren tanto, a pesar de que siempre conservaron su iconicidad fundamental.
Durante el siglo XII ANE, las civilizaciones hegemónicas que habían cultivado los complejos sistemas de escritura cuneiforme y jeroglífica comenzaron a mostrar signos de debilidad y perder parte de su poder en la región del Levante y Canaán, dando paso a los pueblos que se habían ido desarrollando en segundo plano y de forma paralela en la periferia de sus dominios. Israelitas, fenicios, moabitas y arameos eran algunos de esos pueblos latentes que comenzaron a emerger a raíz de la inflexión del 1.200 ANE. Incorporaron la escritura alfabética como forma de hacerse con el control y la gestión de sus territorios. Fue vista por los gobernadores locales como el instrumento mejor y más útil con el que suplir el vacío de poder en la región. Por esa razón, los cientos de años de lenta evolución del sistema alfabético rápidamente quedarían fijados y sus símbolos estereotipados y fijados.
En algún momento durante este período de cambio, la nueva escritura pasó a estar institucionalizada, tal vez, incluso, incitando su uso desde las escuelas. Como resultado, se produjo un rápido proceso de linealización y abstracción de sus símbolos. En esta etapa, la “escritura de las caravanas” perdió a uno de sus activos más importantes: su poder mnemotécnico pero, por contrapartida, ganó peso e importancia que le permitieron sobrevivir en el tiempo y diversificarse en multitud de culturas.
La invención del alfabeto alteró, a muy largo plazo, la vida de millones de personas para no volver a ser nunca lo que fue. No fue inventado por escolásticos ni escribas altamente cualificados. Nació de la necesidad de un par de grandes mentes, tal vez una, las personas que trabajan las minas de turquesa del Sinaí. No debemos olvidar que el hecho de que los egipcios hubieran inventado la escritura jeroglífica cientos de años antes, hizo posible la aparición del alfabeto en dicho momento y lugar.
Remarcar que fue inventado sólo una vez; todas las escrituras alfabéticas que han existido y existen derivan de esa original, la que algunos investigadores han denominado como escritura alfabética Serabit.
El alfabeto cuneiforme de Ugarit, la otra cara de la moneda
Durante los siglos XIV y XIII ANE, muchos de los escribas reales en la ciudad costera cananea de Ugarit (Ras-Shamra, Siria) fueron entrenados en una forma única de la escritura cuneiforme en forma de cuña. A diferencia de la escritura cuneiforme normal, que incluye cientos de signos, el nuevo guión ugarítico se compone de sólo un par de docenas.
Después de estudiar el guión, los estudiosos se dieron cuenta de que el ugarítico es, de hecho, una “orden alfabético” escritura cuneiforme que adaptó las técnicas de la escritura cuneiforme (es decir, tablas de arcilla, lápiz y los signos en forma de cuña) para un sistema alfabético. Treinta caracteres cuneiformes fueron utilizados para escribir todo tipo de documentos, desde cartas a los textos literarios.
Hacia el final de la Edad del Bronce, el alfabeto ugarítico propagación a Canaán. Tabletas individuales en esta secuencia de comandos especiales cuneiforme se han encontrado en cananea Bet Shemesh, Taanac, Nahal Tabor y otros lugares.
En Canaán, durante los siglos 13 y 12 aC, dos sistemas de escritura alfabéticos vivían lado a lado: el alfabeto cuneiforme ugarítico, practicada por los escribas educados en los centros urbanos, y el “guión de los caravaneros” nacido en las minas de Serabit el- Khadem y practicaba ocasionalmente y en forma limitada (sobre todo para escribir nombres) por las poblaciones cananeas no urbanas que habitaron la región montañosa y la periferia urbana.
¿Significa esto que el alfabeto fue inventado de nuevo, de forma independiente, por los escribas aprendidas en Ugarit, varios cientos de años después de que los mineros cananeos de Serabit ya habían llegado con la misma idea?
La respuesta es no. Los escribas sofisticadas de Ugarit sólo domesticaron la brillante innovación de viaje de los mineros y los caravaneros de Serabit que de alguna manera aprendieron. Los escribas de Ugarit “traducidos” lo que probablemente les parecía icónicos (pictóricas) signos extraños en su propia escritura cuneiforme “civilizado”.
La prueba de que no se trata de una invención del alfabeto independiente y ajena a la de Serbit, es doble:
- En primer lugar, el orden de los signos alfabéticos cuneiformes es esencialmente el mismo que el orden de los signos icónicos alfabéticos de la escritura proto-cananea.
- En segundo lugar, los nombres de los signos cuneiformes alfabéticos se remontan a los significados icónicos de los signos de la escritura proto-cananea. En otras palabras, los nombres de estos signos en forma de cuña son muy similares a los nombres de lo pictórico proto-cananea cartas, aunque el cuneiforme ugarítico no es pictórica en absoluto. Todo esto se evidencia en abecedaries como ésta que se encuentra en Ugarit.
Durante el proceso de “traducción”, los personajes de la cuña de la secuencia de comandos Ugaritic renunciaron a la relación icónica entre el nombre de la letra y su apariencia. De esta manera, el poder mnemotécnico del alfabeto proto-cananea era totalmente desconocida para los escribas de Ugarit.
En última instancia, el alfabeto cuneiforme de Ugarit desapareció de la escena histórica, probablemente durante el siglo XII ANE, dejando de existir unas pocas décadas después. De tal modo de los establecidos en la ciudad escuelas, escribas e instituciones que promovieron desapareció con la caída de las grandes civilizaciones Edad del Bronce Tardío por los movimientos de los pueblos del mar.
FUENTES: members.bib-arch.org | academia.edu
me gustaría saber quien es e autor y el link en donde sacaste la información fuente sobre este articulo te lo agradecería.
Hola Ariel,
Muchas gracias por tu comentarios y leer el contenido del blog. Las fuentes de todos los artículos siempre puedes localizarlas al final de éste. En este caso se trata de una traducción resumida de un artículo publicado en las BAS Library en abril de 2010 pero puedes ampliar información de la publicación en Academia.edu que la propia autora Orly Goldwasser ha compartido y cuyo enlace también puedes encontrar al final del texto.
Ya veo que lo citas en tus fuentes, pero deberías indicar que el texto no es tuyo, sino una traducción punto por punto del artículo de Goldwasser. A ella hay que felicitar por el conocimiento y por lo didáctico. Siendo licenciado en historia antigua, deberías respetar la autoría de los artículos. Muchas gracias.
Hola Isabel.
Como bien dices, cito las fuentes y para nada pretendo llevarme el mérito de la investigación (si en algún momento ha dado esa impresión) llevada a cabo por Goldwasser -y otros muchos investigadores- en este campo. Simplemente trato de divulgar un artículo científico, difundido exclusivamente en círculos académicos, para dar a conocer a un público mayor un tema que me pareció muy interesante en su momento. Este artículo no es una mera traducción del inglés sino una adecuación a un lenguaje menos científico y más cercano; la mayor parte proviene de los artículos enlazados pero también de lo aprendido y el material del curso de la UAB que seguramente conoces y es mencionado en uno de los comentarios.
No obstante, es cierto que la sección de bibliografía y fuentes de los artículos más antiguos necesita revisarse de modo global porque en muchos de ellos es escasa o inexistente.
Muchas gracias por hacerlo notar y esperamos no haber ofendido. Nuestra intención a la hora de publicar este tipo de artículos siempre es la de ampliar conocimiento y no restringirlo al hacerlo de un modo erróneo o equívoco.
¡Gracias por tu comentario!
Un saludo
Excelente. En el conocimiento y en lo didáctico. Enhorabuena
¡Muchas gracias Manuel! Palabras como las tuyas son las que nos animan a seguir publicando para que se conozcan las historias menos divulgadas de la historia, valga la redundancia ?.
Nos alegra que la lectura del artículo te haya resultado útil y amena.
¡Un saludo!
Un tema increíble. Más sobre el asunto:
https://youtu.be/dcJo2ES2PSQ?list=PLL-SwiJiTUciwuWO3ZArInNLnRertPX65
Excelente vídeo de uno de los ‘courseras’ que más disfruté; tanto el contenido del curso, como la forma de explicarlo y las dinámicas que se generaron fueron muy enriquecedoras.
Para los que podáis estáis interesados, se continúan organizando diferentes ediciones: http://www.coursera.org/course/egypt
El tema que se aborda aquí es de plena actualidad ya que se encuentra en plena fase de investigación gracias a los últimos descubrimientos: http://www.ancient-origins.net/artifacts-ancient-writings/scholar-deciphers-oldest-known-alphabet-primer-ancient-egyptian-004363
Muchas gracias por tu comentario. ¡Un saludo!