A raíz de los últimos descubrimientos, mucho se está hablando de este yacimiento del municipio de Totana (Murcia). Lo que era un enclave más de la cultura argárica ha pasado a ser uno de los yacimientos más importantes de la prehistoria europea, concretamente de la Edad del Bronce.
Pese a que en los medios de comunicación no especializados se la ha bautizado como la Troya occidental, dichas comparaciones no dejan ser odiosas y alejarnos de una realidad que, por otro lado, no deja de ser asombrosa por sí misma.
Para hacernos una idea de lo que fue y el papel que desempeñó en el desarrollo de las culturas posteriores, lo mejor es analizar las novedades en los hallazgos y así juzgar nosotros mismo lo que se ha dicho y escrito acerca de tan gran descubrimiento.
Características de los hallazgos
La fortificación constaba de una muralla de 2-3 metros de grosor, construida con grandes piedras trabadas con argamasa y reforzada por torres macizas tronco-piramidales distribuidas a escasa distancia entre sí, de unos 4 metros de lado. La altura original del complejo defensivo rondaría los 6-7 metros, de los que se conservan cuatro.
Hasta ahora se han descubierto seis torres a lo largo de un tramo de 70 metros, aunque el perímetro de la fortificación habría alcanzado los 300 metros. La entrada al recinto se realizaba a través de un pasillo flanqueado por potentes muros, que quedaría cerrado con portones encajados entre gruesos postes de madera.
Uno de los elementos arquitectónicos más relevantes que se han descubierto hasta la fecha es un arco apuntado que remata una poterna, o puerta secundaria, próxima a la entrada. El arco se ha conservado completo y es inédito en la prehistoria europea. Sus precedentes se hallan en la segunda ciudad de Troya (Turquía) y en el mundo urbano del Próximo Oriente (Palestina, Israel y Jordania), influido por las civilizaciones de Mesopotamia y Egipto.
Las torres y los lienzos de muralla revelan conocimientos muy avanzados en arquitectura e ingeniería, salvando desniveles de hasta el 40%. Las argamasas utilizadas proporcionaron una enorme solidez a la obra, trabando con fuerza las piedras, haciendo impermeables sus paredes y negando así cualquier asidero a los asaltantes.
Una plaza diseñada para la guerra
En época anterior al asentamiento de La Bastida, el enfrentamiento entre la gente se producía al llamamiento del tradicional “pueblo a las armas”, con la salvedad de que en aquél contexto no había armas propiamente dichas, por lo que las personas tenían que recurrir a sus herramientas para matar a los enemigos. En cambio, a partir de la época argárica y, concretamente, con el asentamiento de La Bastida, este concepto cambia y la población ya dispuso de armamento especializado para la guerra. De hecho, el arma principal de esta época era muy sofisticada y consistía precisamente en impedir que el enemigo penetrase en tu lugar de habitación de una manera estratégica, lo que constituye una contestación en tácticas de guerra y un gran avance de las fortalezas.
Si bien la cultura de El Argar contaba en la mayoría de sus asentamientos con estructuras defensivas, de mayor o menor envergadura dependiendo del caso, éste se trata de un caso insólito porque los elementos que la constituyen “no se conocían en Europa”, y sólo se conocían un poco antes en el Próximo Oriente, después de la tradición mesopotámica y egipcia, básicamente en las fortificaciones de Siria y Palestina, así como en Anatolia.
Además, la importancia de La Bastida radica en que se desconoce el motivo por el cúal en el 2200 ANE se rompieron las estructuras urbanísticas de forma tan radical. En el círculo de los investigadores que han acometido los trabajos de excavación se baraja la posibilidad de la participación de gente de Oriente en su construcción, llegada a la región tras la crisis que asoló sus regiones hace unos 4300 3200 años (Pueblos del Mar). Lo que es innegable es que hubo que esperar entre 400 y 800 años para que civilizaciones como la hitita y la micénica, o grandes ciudades-estado mediterráneas como Ugarit adoptasen esta innovación en su arquitectura militar.
Esta formulación es del todo aventurada pero menos arriesgada que si se hubiese planteado con anterioridad a los numerosos hallazgos que se están produciendo referidos al Bronce peninsular y que arrojan una cronología mucho más alta que la tradicional para la llegada de los primeros contingentes de población oriental a la Península Ibérica. No obstante, esto encierra un debate muy controvertido conocido entre los investigadores de la prehistoria ibérica como la “precolonización” y que ocupará otro entrada de este blog.
En este sentido, quedarían certificados los contactos entre oriente y occidente en esa época pues La Bastida representa el inmueble a través del cual los arqueólogos van a poder establecer esa vinculación. El director de la excavación ha señalado que se trata de una vinculación estructural, porque la fortificación es un monumento “iguales a sus paralelos en el Próximo Oriente”. De todas formas, ha precisado que todavía queda por excavar la parte interior de la muralla, y el análisis de los elementos muebles que encuentren “pueden arrojar más luz sobre esa relación”.
A la hora de construir la fortaleza se tuvo en cuenta que los atacantes tenían que dejar visible siempre el flanco más débil, el derecho porque era donde portaban las armas. Concretamente, su diseño encierra la posibilidad de tomar ello como ventaja y de ese modo acribillar al enemigo desde tres flancos diferentes, no sólo de frente, sino también desde los lados. Si los atacantes superaban este hostigamiento, la estructura de la fortaleza les obligaba a transitar por un recodo dejando libre su parte más frágil para, posteriormente, acceder por unos portones enormes y de difícil acceso, que estaban colocados en rampa y que los arietes no podían tumbar al no haber espacio suficiente para hacer presión, porque los atacantes se caerían por el barranco. En el supuesto de que los agresores lograran tumbar las puertas, entrarían en un pasillo fortificado que actualmente conserva cuatro metros de altura en cada lado y cuatro metros de anchura. Los atacantes podían entonces pensar que habían conquistado felizmente la ciudad, pero eso no era así porque entonces eran asediados por los defensores que estaban sobre los muros. Aún así, suponiendo que los atacantes pudieran acabar con los habitantes, la fortaleza contaba con una puerta trasera secundaria por la que podían salir los guerreros de la ciudad para atacar por la espalda a quienes habían conseguido acceder.
“Es decir, se trataba de una estructura militar complejísima hecha exclusivamente para ese uso”, remarca el director de la excavación
La arquitectura civil
La fortificación no es el único descubrimiento del yacimiento. En las excavaciones realizadas entre los años 2008 y 2011 se han desenterrado más de cuatro hectáreas de edificaciones de unos 70 metros cuadrados que han sido identificadas como grandes residencias y/o edificios públicos que se encontraban alternados con otras construcciones de menor tamaño y separados por calles, plazas y espacios abiertos.
Un gran estanque con un dique de unos 20 metros y una capacidad de 400.000 litros claramente demuestran que los habitantes de este asentamiento poseían un complejo sistema organizativo y unas técnicas constructivas mucho más avanzadas que de las de otras poblaciones coetáneas.
Conclusiones
Lo que muchos medios han llamado ciudad no fue más que un asentamiento, fortificado eso sí, que dadas sus características urbanísticas y su alta cronología – circa 4.200 años de antigüedad- nos revela que fue uno de los más desarrollados de Europa durante la Edad de Bronce. ¿En qué aspectos? Aún estaría por determinar ya que, tal y como hemos desgranado, contaba con un poderoso sistema defensivo pero ello no tiene porque implicar que su sociedad tuviese una organización politica y militar más avanzada que la de otros asentamientos más “humildes” constructivamente hablando.
Muchos investigadores, han querido ver en estos hallazgos el establecimiento de una nueva violenta y clasista sociedad reguladora de un nuevo sistema organizativo. Ven La Bastida como la ruptura de la sociedad neolítica y el origen de las diferencias políticas y económicas en Europa así como la institución de la violencia como notorio y activo papel en la conformación de las identidades de las culturas posteriores del continente. No obstante, no debemos dejar de percibir que se trata de un yacimiento único y exclusivo y tales cambios debieron producirse lentamente a lo largo de muchos siglos; no sólo por influjo de una cultura o la llegada de nuevas estructuras sociales desde el otro lado del mediterráneo. De hecho fue un proceso en ocasiones regresivo y que no se puede identificar con ninguna cultura y mucho menos con un yacimiento en concreto de dicha cultura. Además, la violencia -institucionalizada o no- ya existía en las poblaciones predecesoras a la argárica.
Los trabajos han sido acometidos por un equipo de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) bajo la dirección de Vicente Lull. La Bastida pretende ser excavada sistemáticamente y disponer de un espacio debidamente acondicionado para ofrecer al público un parque arqueológico único en España, que aúne un museo monográfico, un centro de investigación y documentación, y un yacimiento acondicionado para su visita.